martes, 27 de enero de 2015

Enrique Llovet Sánchez (1917-2010)

Nació en Málaga en 1917. Diplomático. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en las universidades de Granada y Madrid. Fue Secretario de embajada en Teherán y cónsul en París.  Recorrió el Protectorado español en Marruecos, estas impresiones las recogió en la conferencia Once días de viaje que dictó en la escuela diplomática en 1951. De su estancia en Oriente Medio envió una serie de crónicas al diario ABC firmadas con el pseudónimo de “Marco Polo”. En los años sesenta recorrió España esta experiencia la publicó en la editorial Afrodisio Aguado en 1967 España viva. Recibió numerosos premios entre los que destacan el Mariano de Cavia (1959), el Nacional de la Critica Teatral (1964)… etc.
Fue uno de los críticos teatrales más influyentes, escribió numerosos guiones entre los que se destacan: El sitio de Baler que dio origen a  la película Los últimos de Filipinas, El cid dirigida por Anthony Mann… Adaptó numerosas obras de teatro clásico español, dirigió programas culturales en TVE, guionó entre otras series Las sonatas de Valle Inclán. Escribió la copla “Luna de España”. Colaboró en diferentes diarios y revistas. Murió en agosto de 2010 en Madrid.

Oriente Medio [Por] Marco Polo. Madrid, Arión, 1959. 290 págs. + 8 h. de fot. en b/n.  6 maps. 20 cm. (La meridiana).

ÍNDICE: Obertura, Blanco y negro del Oriente pp. 7-22. Andante, De Menes a Nasser pp. 23-70. Allegro, los pueblos Alá  pp. 71-126. Adagio, “Así son los días…”  pp. 127-180. Largo, El Occidente y el Oriente pp. 181-220. Molto vivace, El mundo árabe en 1959 pp. 221-244. Oriente Medio de la A a la Z pp. 245-258. Cronología islámica pp. 259-286- Bibliografía pp. 287-290

Las crónicas  cominezan:  “Para los ricos, el Oriente empieza en Orly o en Ciampino cuando un Superconstellation de lomos finos y relucientes comienza a recibir su contingente. (...)” Y lo continua “Para los pobres, el Oriente empieza en Barcelona, en Génova, en Nápoles o en Marsella, cuando trepa por la pasarela del barco la primera oleada de turbantes, babuchas, maletas de hojalata, paquetes atados con mil nudos, sacos, abrigos raídos, pañuelos al cuello, panes bajo el brazo y botellas de té. Es el Oriente viajero, inmigrante, triste, esperanzado descorazonado y patético. Tantas vueltas han dado ya esos hombres, que son capaces de reconocer en un segundo y a treinta metros de arista más acogedora del puente o la esquina más propicia para evitar la lluvia o el sol.”


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